Ahí estaba proyectada otra vez. Era esa sombra amorfa que se dibujaba en la pared cada mañana y que, a lo largo del día, iba cambiando.
Al principio pensé que era fruto de mi imaginación fantásticamente perversa, pero con el paso de las semanas seguía allí: inconfundible, estrambótica, tentadora y aterradora.
Era extraño. Cuando entraba en la habitación y no la percibía de inmediato sentía un temor irracional. Luego, me tranquilizaba al notar la oscuridad sin forma que se desparramaba hacia el suelo.
Los días se comieron unos a otros y una noche vislumbre una guadaña.
Al acostarme, soñé con un ave.
ya te exaba de menos...jeje :P
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