Era como si en aquel habitáculo, cargado de humo y musica metal, encontrasen alivio a su condición de seres no humanos.
Dormían a la bestia con litros de cerveza, en un intento de parecerse a sus hermanos, los hombres. Sin embargo, solo conseguían incrementar sus ansias de sangre, muerte y destrucción.
Eran híbridos de la naturaleza, desterrados de los dioses y aliados de demonios pecadores.
Vivían en manadas clandestinas y clanes olvidados, convirtiéndose así en seres de leyendas y personajes mitológicos.
Y todos escondían lo que eran, pues la sociedad no estaba preparada para asumir esa responsabilidad ni para proteger la realidad que dormía en las mentes de los más perturbados y acusados de locos. Solo ellos eran los guardianes de una verdad incrédula.